miércoles, 3 de febrero de 2010

El encuentro mounstruoso

Estaba sumergida en las profundidades de la noche. Solo faltaban unas 5 horas para que el Sol vuelva a aparecer entre nosotros... o al menos su luz esperanzadora. No había nadie mas despierto en la casa; eso fue lo que yo creía.
Estaba sumida en unos cuantos pensamientos que me llevaron a perder la noción del horario. El lector sabe cuál es la paradoja del tiempo... cuanto mas entretenido estés mas rápido va a pasar, y , lo mismo al revés, cuantas veces estabas aburrido y las agujas del reloj parecían moverse en camara lenta. Ojo! quizás todo es parte de un complot, pero por el momento no hay ninguna prueba contundente que me diga "esto es a proposito", de manera que hagamos de cuenta que es la paradoja del tiempo, porque el tiempo es así.
En fin, muy entretenida en "cosas" me encontraba en mi habitación. Muy pronto me agarró el "Hambrito" nocturno que todos sabemos que es una de las comidas mas gulosas del día. La comida nocturna, que no es la cena y no es post-salida, es completamente evitable. No obstante tiene un indiscutible atractivo sin igual (en realidad sí, solo se puede comparar con meterse un isopo en el oído).
Abrí la puerta de mi habitación, la penumbra era letal. A paso ligero, me acerqué al interruptor para iluminar el asunto. Y que el asunto sea menos tenebroso. Todavía me quedaban dos interruptores para llegar a la heladera. Estaba canchera ya que había pasado el primero ya. El segundo era simple... abrí la siguiente puerta y prendí la siguiente luz...
Frente mio, estaba la criatura mas espantosa que pudo haber pisado la faz de la tierra y, sin embargo, una de las pocas que la tierra no pudo vencer. Allí estaba desafiante con su silueta babosa y oscura esperando cualquier movimiento mio para dar ataque, dar muerte... mi muerte.
Estaba tan lejos del Arma. Una curiosidad: para poseerla tenía que vencerla antes. Otra paradoja.
Y allí estabamos, ambas esperando que la otra dé el primer paso para actuar ¿Qué sería actuar? Correr por mi vida...como una cobarde.
La inquietud es una cualidad innata que vino conmigo el día que nací. Puede el lector entonces imaginarse que la encrucijada no tardó en resolverse. Un suave movimiento mio para mantener el equilibrio provocó que mi posible asesina huya del miedo deslizandose a una velocidad dificilmente percibible. Curioso, sin duda.. Muy curioso.
No volví a cruzarla. Esa noche sin decirlo pactamos no vernos jamás. Estuve investigando sobre su identidad... la gente del pueblo la llama "cucaracha". La cucaracha. No sé son cosas que me dejan pensando... las vueltas de la vida.
Lo importante es que ambas nos temíamos como a pocas cosas en este mundo.